jueves, 19 de septiembre de 2013

Próxima Asamblea del Pueblo de Dios: Mensaje de nuestro Pastor



“VAYAN USTEDES TAMBIÉN A MI VIÑA” (MT. 20, 7)
EN CAMINO A LA ASAMBLEA DEL PUEBLO DE DIOS…

Preparándonos para el gran encuentro del 9 de noviembre, nos disponemos a profundizar como Iglesia Diocesana en el ver y escuchar de la realidad de hoy, desde la cual nos interpela el mismo Señor.
La “Consulta al Pueblo de Dios” llevada a cabo en todas las misas hace ya un año, ha sido un primer paso de este ver y escuchar, y abre un espacio de diálogo que, brotando de la fe, nos lleva a profundizar en la comunión para la misión, expresando así lo que dice nuestro lema: “Juntos hacia una Iglesia abierta,  solidaria y misionera”.
Esta consulta no se agota al interior de nuestras comunidades. Todavía resta escuchar a esa gran porción del Pueblo de Dios que no asiste a nuestros templos. En este sentido, la invitación de Jesús, “Vayan ustedes también a trabajar a mi viña”, nos marca el rumbo y nos urge a salir al encuentro… tal como Francisco se lo pide a los Obispos argentinos: Que toda la pastoral sea en clave misionera. Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro”.
La invitación de Jesús “Vayan también ustedes a trabajar a mi viña” nos llena de alegría, porque su Palabra nos convoca y nos misiona. Es el ‘vayan’ que nos saca de nosotros mismos, de nuestras seguridades, de nuestras certezas, de nuestra comodidad, de nuestra autosuficiencia. Es el ‘vayan’ que nos convierte en discípulos misioneros des-centrados y enviados hacia las periferias existenciales.
Vayan, es decir, no se acomoden, caminen. Es necesario caminar porque ‘’los cristianos quietos terminan como el agua estancada’’ (Francisco, carta por los 50 años de la creación de la diócesis de Concepción, Tucumán)
 El ‘vayan’ de Jesús nos invita a romper nuestros encierros, a abandonar nuestras estructuras caducas, nuestras fantasías autorrefenciales personales y comunitarias, aunque estén revestidas de reflexiones profundas, de elevadas espiritualidades o de minuciosas planificaciones pastorales que no saben  escuchar las voces de la realidad.
El ‘vayan’ de Jesús hace desvanecer la ilusión de pensar que tenemos que vivir formándonos sin aterrizar nunca en el trabajo de la viña. No reduzcamos la viña a la pequeña parcela de nuestro grupo o de nuestra Parroquia, de nuestros Colegios o de nuestras Instituciones.

ALGUNOS TEXTOS DE FRANCISCO QUE NOS ANIMAN
“Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio” (Carta del Papa Francisco a los obispos argentinos reunidos en  la 105º Asamblea Plenaria, marzo de 2013). 

“La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El `cambio de estructuras´ (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionalidad. De aquí la importancia de la misión paradigmática” (Discurso al Comité de Coordinación del CELAM, Rio de Janeiro, julio 2013)
 

“El discipulado misionero es vocación: llamado e invitación. Se da en un `hoy´ pero `en tensión´. No existe el discipulado misionero estático. El discípulo misionero no puede poseerse a sí mismo, su inmanencia está en tensión hacia la trascendencia del discipulado y hacia la trascendencia de la misión. No admite la autorreferencialidad: o se refiere a Jesucristo o se refiere al pueblo a quien se debe anunciar. Sujeto que se trasciende. Sujeto proyectado hacia el encuentro: el encuentro con el Maestro (que nos unge discípulos) y el encuentro con los hombres que esperan el anuncio. Por eso, me gusta decir que la posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de periferias: vive tensionado hacia las periferias… incluso las de la eternidad en el encuentro con Jesucristo. En el anuncio evangélico, hablar de `periferias existenciales´ des-centra, y habitualmente tenemos miedo a salir del centro. El discípulo-misionero es un des-centrado: el centro es Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a las periferias existenciales” (Del mismo discurso)

“La Iglesia es institución pero cuando se erige en `centro´ se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG” (Del mismo discurso)

“En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro… Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro” (Del mismo discurso)


Y preguntémonos:
PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR
  1. ¿Cuál es mi/ nuestra disponibilidad  ante la invitación de Jesús vayan a trabajar a mi viña?
  2. ¿Cuál es, dónde está hoy la viña del Señor?
  3. ¿Con qué actitudes pastorales nos identificamos?
  4. ¿Qué gestos, actitudes, acciones, hacen falta para que nuestra actividad habitual esté cada vez más urgida y tensionada por la misión?