“VAYAN USTEDES TAMBIÉN A MI VIÑA” (MT.
20, 7)
EN CAMINO A LA ASAMBLEA DEL PUEBLO
DE DIOS…
Preparándonos para el gran encuentro
del 9 de noviembre, nos disponemos a profundizar como Iglesia Diocesana en el ver y escuchar de la realidad de hoy, desde la cual nos interpela el
mismo Señor.
La “Consulta al Pueblo de Dios”
llevada a cabo en todas las misas hace ya un año, ha sido un primer paso de
este ver y escuchar, y abre un espacio de diálogo que, brotando de la fe, nos
lleva a profundizar en la comunión para la misión, expresando así lo que dice
nuestro lema: “Juntos hacia una Iglesia abierta, solidaria y misionera”.
Esta consulta no se agota al
interior de nuestras comunidades. Todavía resta escuchar a esa gran porción del
Pueblo de Dios que no asiste a nuestros templos. En este sentido, la invitación
de Jesús, “Vayan ustedes también a trabajar a mi viña”, nos marca el rumbo y nos urge a salir
al encuentro… tal como Francisco se lo pide a los Obispos argentinos: “Que
toda la pastoral sea en clave misionera. Una Iglesia que no sale, a la corta o
a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro”.
La invitación de Jesús “Vayan también ustedes a trabajar a mi viña”
nos llena de alegría, porque su Palabra nos convoca y nos misiona. Es el ‘vayan’ que nos saca de nosotros mismos,
de nuestras seguridades, de nuestras certezas, de nuestra comodidad, de nuestra
autosuficiencia. Es el ‘vayan’ que
nos convierte en discípulos misioneros des-centrados y enviados hacia las
periferias existenciales.
Vayan, es decir, no se acomoden,
caminen. Es necesario caminar porque ‘’los
cristianos quietos terminan como el agua estancada’’ (Francisco, carta por
los 50 años de la creación de la diócesis de Concepción, Tucumán)
El ‘vayan’ de Jesús nos invita a romper nuestros encierros, a abandonar
nuestras estructuras caducas, nuestras fantasías autorrefenciales personales y
comunitarias, aunque estén revestidas de reflexiones profundas, de elevadas
espiritualidades o de minuciosas planificaciones pastorales que no saben escuchar las voces de la realidad.
El ‘vayan’ de Jesús hace desvanecer la ilusión
de pensar que tenemos que vivir formándonos sin aterrizar nunca en el
trabajo de la viña. No reduzcamos la viña a la pequeña parcela de nuestro grupo
o de nuestra Parroquia, de nuestros Colegios o de nuestras Instituciones.
ALGUNOS TEXTOS DE FRANCISCO QUE NOS ANIMAN
“Una
Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera
viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede
pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante
esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una
Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la
autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como
aquella mujer del Evangelio” (Carta del Papa Francisco a los obispos argentinos
reunidos en la 105º Asamblea Plenaria,
marzo de 2013).
“La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El `cambio de estructuras´ (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionalidad. De aquí la importancia de la misión paradigmática” (Discurso al Comité de Coordinación del CELAM, Rio de Janeiro, julio 2013)
“La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El `cambio de estructuras´ (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionalidad. De aquí la importancia de la misión paradigmática” (Discurso al Comité de Coordinación del CELAM, Rio de Janeiro, julio 2013)
“El discipulado misionero es vocación: llamado e invitación. Se da en un
`hoy´ pero `en tensión´. No existe el discipulado misionero estático. El
discípulo misionero no puede poseerse a sí mismo, su inmanencia está en tensión
hacia la trascendencia del discipulado y hacia la trascendencia de la misión.
No admite la autorreferencialidad: o se refiere a Jesucristo o se refiere al
pueblo a quien se debe anunciar. Sujeto que se trasciende. Sujeto proyectado
hacia el encuentro: el encuentro con el Maestro (que nos unge discípulos) y el
encuentro con los hombres que esperan el anuncio. Por eso, me gusta decir que
la posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de
periferias: vive tensionado hacia las periferias… incluso las de la eternidad
en el encuentro con Jesucristo. En el anuncio evangélico, hablar de `periferias
existenciales´ des-centra, y habitualmente tenemos miedo a salir del centro. El
discípulo-misionero es un des-centrado: el centro es Jesucristo, que convoca y
envía. El discípulo es enviado a las periferias existenciales” (Del mismo
discurso)
“La Iglesia es institución pero cuando se erige en `centro´ se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG” (Del mismo discurso)
“En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro… Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro” (Del mismo discurso)
“La Iglesia es institución pero cuando se erige en `centro´ se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG” (Del mismo discurso)
“En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro… Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro” (Del mismo discurso)
Y
preguntémonos:
PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR
- ¿Cuál es mi/ nuestra disponibilidad ante la invitación de Jesús vayan a trabajar a mi viña?
- ¿Cuál es, dónde está hoy la viña del Señor?
- ¿Con qué actitudes pastorales nos identificamos?
- ¿Qué gestos, actitudes, acciones, hacen falta para que nuestra actividad habitual esté cada vez más urgida y tensionada por la misión?